[…]
«Nuestra obra se destila en un territorio extraño, indefinido, que siempre compartimos con aquello que pintamos. Vocación atenta: hemos de saber escuchar el susurro de lo que nos rodea. Incorporar vida vegetal en nuestros cuadros es hacerla nuestra y a la vez entrar en su mundo, hermanados como estamos por un origen que casi nunca recordamos, por lejano e increíble. Pero tuvimos una bisabuela común, una modesta alga que decidió hacerse verde, como nos cuenta Eduardo Galeano. Un alga que se puso a la tarea de transformar la luz del sol para engendrar a todos sus hijos; hijos de la luz y de la clorofila. Nos identificamos con la permanencia de la vida, la de los árboles, la de la pintura. La que nos muestra el Ginkgo de Hiroshima, que rebrotó tres años después de la lluvia negra, como testimonio indiscutible de esperanza.

Agradecimiento a nuestra terca madre vegetal, desde el respeto de la pintura.»
[…]

Extraído de «Pintura que crece», de José Albelda.

Descargar el dossier de prensa

Galería de arte GP13. Sevilla.
Del 13 de Diciembre de 2007
al 12 de Enero de 2008.

Top